lunes, 9 de mayo de 2011

La noche de Karmatrón de Ricardo Cartas, Ignacio Trejo Fuentes

Más de una vez he dicho que la camada más reciente de narradores tiene una fuerza enorme. Los autores de todo el país escriben con desparpajo, arriesgan, no temen a las posibles caídas. Recientemente me ocupé de Adolfo Vergara Trujillo, y ahora lo hago de Ricardo Cartas Figueroa y su libro La noche de Karmatrón.


            Es la primera noticia que tengo de este autor, nacido en Puebla en 1978. Y sí, lo primero que llama la atención es su arrojo para contar cosas que quizás otros considerarían intrascendentes, poco literarias. Pero cuando Cartas Figueroa le entra al toro y creo que le va muy bien. Las historias de este narrador tienen lugar en la provincia, en Puebla y en Juchitán, con gente de allá y todo lo que eso conlleva: por fortuna hace mucho tiempo que la capital del país ha dejado de ser generadora principal de asuntos literarios. La historia que da título al volumen narra las andanzas de un luchador de segunda que, cuando tiene por fin la oportunidad de ser estelar sufre una paliza en el ring y luego una más pesada fuera de ahí, propiciada por una chica de la vida galante que le interesa y a quien se ha propuesto conquistar. Otros textos tienen como protagonistas a jóvenes que se ligan a turistas mucho más grandes; o a personas asimismo jóvenes que enfrentan la muerte antes de tiempo; algunos contienen sabrosos triángulos sexuales; unos más son sostenidos por escritores, por asesinos…en fin, gente con las características más disímiles y, sin embargo, interesantes.

            El relato que cierra el libro, “Al sur (y de regreso)”, es casi una noveleta, y es sin duda lo mejor del conjunto. Un joven poblano se va de vacaciones a Juchitán, donde se involucra en situaciones casi oníricas aunque en el fondo son tan reales como la vida misma. El encuentro con una prostituta, por ejemplo, se vuelve delirante, pero la presencia más llamativa en ese nudo de personajes alucinantes es la Ciudadana, una tehuana que además de su vestido típico usa tenis, y organiza fiestas espectaculares en las cuales seduce a quien le da la regalada gana. Eso sería por sí mismo atractivo, pero las cosas que atestiguamos a través de los ojos del narrador son impactantes. ¿No lo es un asesinato por decapitación que ocurre cuando el que se creía novio oficial de la Ciudadana la encuentra haciendo el amor con un soldado a quien ella había sacado de la fiesta? Es una historia truculenta, llena de violencia. Y no obstante, en medio de tanto desorden, de tanta furia, es posible toparse con momentos plagados de ternura, de inocencia y, principalmente, de humor. El último representa una de las mayores cualidades del autor, porque se hace presente aun en medio de circunstancias dolorosas, terribles.
            Ricardo Cartas Figueroa cuenta las cosas con enorme soltura, de manera directa, fresca, y no dudo que sus libros por venir darán mucho de qué hablar.

Revista Siempre, no. 2587, enero 15 de 2003